Nury Arnaiz Ximello
Resumen
El presente escrito tiene el objeto de invitar al lector a reflexionar sobre el fenómeno de los y las jóvenes, niños y niñas en la calle y de la calle, partiendo de dos hechos: la peligrosa necesidad que la sociedad tiene por conceptualizar y sistematizar el deber ser del ser humano, seguido de fenómenos sociales que surgen y crecen por la gradual decadencia que la familia -núcleo central para el desarrollo de la sociedad en general- ha sufrido con el paso del tiempo.
Palabras clave: Familia, fracaso familiar, niños en la calle, niños de la calle, ninis.
La necesidad de conceptualizar se ha convertido en una exigencia para el desarrollo y continuidad de lo que ahora formamos como sociedad. Profesional, religioso (a), soltero (a), dejado (a), huérfano (a), tonto (a), científico, maricòn (a), sucio (a), bueno (a), malo (a), perverso (a), libertino (a), mocho (a), líder, rico (a), naco (a), pobre, ridículo (a), alegre, amargado (a), deportista, político (a), borracho (a), drogadicto (a), entre muchos otros, son conceptos que a través del tiempo además de mutar, se insertan de manera errónea en la médula de la existencia y el comportamiento colectivo.
Para “ser alguien” en la sociedad contemporánea, es necesario que tu comportamiento se adecue a los estándares establecidos y para entonces tener aceptación entre los que te rodean. En paralelo será un menester el obtener certificaciones que demuestren tu educación, ya que ayudara a tu desarrollo (de muchas índoles), reflejarán tus intereses y aparentemente tus necesidades. En breve, así es la dinámica en aras del progreso hoy en día.
Si hay una peculiaridad en el humano, es que ninguno puede ser igual al otro, serán similares pero nunca idénticos, siempre habrá alguna diferencia. Por lo mismo, resulta muy difícil y hasta ahora un fracaso conceptualizar, estandarizar y sistematizar su comportamiento, sus deseos y su existencia.
Si el ser alguien es la llave del éxito, ¿el ser nadie es la llave hacia el fracaso?
Detrás del telón del éxito y del fracaso tenemos como principal figura a la familia. Núcleo proveedor de ropa, comida, comportamientos, creencias, amor, traumas, ideas, patrones, experiencias y de más. Desde tiempos inmemorables la invención de dicha figura es la que reina y divide al mundo. Gracias a la misma, hemos sido educados y a la par adiestrados. En este caso, la familia como núcleo social también se encuentra bajo el yugo de la conceptualización, algunas de ellas son una vergüenza, o pobres, o familias bien y otras hasta pertenecen a la realeza (divina, colonizadora, etc.)
Bajo el mismo tenor tenemos que todas las familias serán víctimas y empleadoras en diferentes grados de la violencia, lo cual con el tiempo ha desatado fenómenos cada vez más comunes, en este caso me gustaría referirme al de los niños en la calle y de la calle. Los primeros son aquellas niñas, niños y jóvenes que se encuentran en los cruceros, avenidas y otros espacios públicos como parte de una estrategia familiar de supervivencia, es decir, desarrollando actividades diversas, que les aportan recursos de gran importancia para complementar el ingreso familiar; y los segundos, “de la calle", son aquéllos que por abandono, orfandad o violencia intrafamiliar entre otros factores, han hecho de la calle su morada habitual y en ella su nueva familia que, si bien desarrollan eventualmente algunas actividades, destinan el ingreso que obtienen de ello, a sobrevivir y con frecuencia a la adquisición de sustancias adictivas cuyo uso es muy común en estos grupos. Se trata en este caso de niñas, niños y jóvenes que han roto todo vínculo familiar y prácticamente con el sistema educativo.
Hace un tiempo trabajé como voluntaria en el Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) Coruña. El CAIS es un centro que da atención a niños, niñas y jóvenes hasta los 25 años en situación de abandono sociofamiliar, con antecedentes de vida en calle y problemas de adicciones. Se les ofrece un lugar donde dormir, comer, atención psicológica y actividades lúdicas. Mi rol consistía en la impartición de talleres creativos dos horas, dos o hasta tres veces por semana. La oportunidad que el CAIS me dio para trabajar con ellos fue un parteaguas para reflexionar en torno a este fenómeno.
La convivencia con los integrantes del CAIS, es lo que me ha llevado a poner como piedra angular a la familia. La mayoría de las razones por las que muchos acudían a las calles y posteriormente al centro eran por abandono, violencia y abuso sexual por parte de padres, tíos, hermanos o primos.
En una ocasión, hicimos una dinámica de reflexión donde el tema era el amor. La mayoría de ellos además de ser escépticos a la existencia del mismo, argumentaban que solo servía para algunas ocasiones o para algunas personas. Una chica se paró a decir lo que ella pensaba y a expresar lo mucho que odiaba a su padre deseándole la muerte. Un chico intervino muy molesto argumentando que por lo menos ella tenía una familia, pues él había sido abandonado a los 6 meses en un DIF, tienes que ser más agradecida, argumentó. La chica con lágrimas y furia en la cara le respondió: y quien va a querer tener un padre que te esté violando desde pequeña hasta los 9 años (edad en la que escapó de su casa). El silencio se hizo presente.
Cuando se habla de los niños de la calle o en la calle, se viene a la cabeza la imagen de una persona harapienta, con mal olor, drogada, peligrosa y que por su aspecto sugiere sentimientos de rechazo. Sin reflexionar mucho por qué están ahí, es común negarles unas palabras o centavos y algunos mirándoles bajo el hombro les refutan una sonrisa.
Como ya lo expuse antes, la situación por la cual se forman estos grupos se debe principalmente al fracaso familiar. Con los años dicho fenómeno ha ido aumentando de manera gradual al punto en que ir a las calles se convierte en una alternativa para estar mejor.
Actualmente existen muchas instituciones que tratan de sino disminuir, por lo menos sobrellevar los problemas que conlleva tal situación. Las cifras siguen aumentando y en paralelo otro tipo de fenómenos como el de los ninis han llegado a ocupar un lugar en la dinámica social. Ahora no son niños, niñas o jóvenes harapientos viviendo en las calles, algunos están en casa, sin hacer mucho, escuchando los reproches, frustraciones y la pobre pedagogía de los padres, posiblemente más limpios y muchos con una mona en la nariz, una tacha en el bolsillo y perico (cocaína) para que la borrachera se les baje.
¿Qué es lo que está pasando que lejos de controlar un fenómeno, surgen otros?
El problema de raíz radica en que hemos adoptado como parte de nuestra cultura el atender lo urgente mas no lo importante.
Es importante que se promulguen reformas laborales donde se trabajen jornadas que permitan a los padres, madres, trabajadores y trabajadoras tener más tiempo para ellos mismos y en familia, es importante que se promulguen iniciativas que atiendan gratuitamente la salud mental y sentimental de los miembros de las familias y sociedad en general, es importante que la educación sea gratuita y de calidad, es importante que se deje de ser una población que clasifica y divide a la gente por su aspecto, es importante que el miedo a los cambios pasen a segundo plano, es importante se estimule el ocio en la población fuera de los centros comerciales, es importante que la ambición y los caminos que te llevan a “ser alguien” se reflexionen, es importante que uno se detenga a pensar de qué manera puedes sino cambiar, mejorar lo que me rodea, es importante que se aprenda a escuchar a los y las jóvenes, a los niños y niñas, es importante que se rescate la noción del bien común y la otredad, es importante que se estimule al ciudadano a participar, es importante que se oriente a las personas a no imitar y a ser ellos mismos, es importante que fenómenos como los ya mencionados sean atendidos con mayor consciencia y visión, es importante observar como ejercemos nuestro rol en la familia, si es fraterno y de convivencia, de imposición o guiado por patrones, es importante aceptar que conceptualizar, sistematizar y etiquetar no funciona, es importante que dejemos la pedantería y el orgullo atrás.
Es muy común que se escuche, ven y ayuda, ellos necesitan de ti. Pero es importante que si vas y ayudas, estés consciente que al final quien necesita de ellos eres tú.
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